viernes, 19 de diciembre de 2014

Esclavo de lo que dices

Ultimamente se ha podido ver un crecimiento increíble del número de personas que opina sobre los diversos acontecimientos que se dan en el mundo. El acceso casi global que tiene la población a la red ha hecho que casi todo el mundo pueda acceder a noticias de los rincones más recónditos del planeta. Gracias a esto se ha hecho cada vez más difícil para los medios tener controlado al pueblo, ya no tienen ese poder de orientar la mentalidad de un pueblo hacia cualquier pensamiento, aquel que se deja mangonear por ellos es porque quiere. Sin embargo, este acceso global a la información que genera el internet no ha sido todo positivo, quizás porque hay otros aspectos en los que aún no hemos progresado.

Este aumento exponencial de los 'analistas' a nivel mundial no ha cambiado, sin embargo, la falta de tolerancia que se tiene alrededor del mundo. Esta carencia general de nuestra sociedad se ve reflejada en la imposibilidad que posee mucha gente de mantener un debate sin recurrir al insulto o a eludir la discusión con una de la frases más usadas en estos tiempos: 'todos tenemos derecho a opinar'. Esto sucede, a mi parecer, porque lo que sí tenemos, y nos sobra, es una arrogancia que nos hace creer que nadie más que nosotros tiene la razón, además de pensar que todo aquel que controvierte nuestros nos está atacando, que es nuestro enemigo. Por otro lado, la mayoría de la gente cree que por tener el derecho a opinar, que lo tienen, también poseen la verdad absoluta y nadie puede debatir su opinión, pues le esta violando su derecho.

Después de pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de que, en la mayoría de los casos, esto no se trata de una falacia maestra para hacer prevalecer mi opinión a pesar de no tener argumentos, sino que se trata de una grave falta de capacidad argumentativa. Y digo esto porque, en muchas ocasiones, la gente no se niega desde el principio a debatir otras posiciones, sino que, en el momento en el que se dan cuenta de que o bien la contraparte tiene razón o ellos no saben que más decir, salen con un insulto o con el clásico ' todos tenemos derecho a opinar'.

Es cierto que todos tenemos derecho a opinar, ni más faltaba. Sin embargo, como alguna vez dijo Sigmund Freud, "uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice", por tanto, al uno lanzar una opinión sobre cualquier tema, tiene el deber de responder por ella y, al haber adquirido ese deber, debe también ser capaz de argumentarla, pues si no es capaz de hacerlo, tampoco va a tener la capacidad para exigir a quienes lo gobiernan nada, pues quien no es capaz de defender sus propias ideas mucho menos va a ser capaz de criticar o cuestionar las de otros.

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